Trabajo:
Análisis de la lectura
Alumna:
DIANA LAURA RODRIGUEZ AMADOR
Grupo:
3
Turno:
MATUTINO
Materia:
LITERATURA.
PAUTA PARA EL ANÁLISIS DE UNA NOVELA
Prof. José Gpe. Rubio Márquez
Número 1
Instrucciones: Desarrolla los
aspectos que se indican a continuación, tomando en cuenta el libro que leíste:
UTILIZA:
Número 2
Ficha de la novela
* Título de la novela: RELATO DE UN NAUFRAGO.
* Nombre del autor: GABRIEL GARCÍA MARQUEZ.
* Época a la que pertenece el
autor: CONTEMPORÁNEA.
* Nombre de la editorial que
la publicó: OVEJA NEGRA.
* Año en que la editorial
publicó el libro: 1970.
Número 3
Resumen de la novela
Escribe un texto en el que resumas la historia que muestra la novela y
los personajes que participan en ella.
El Relato de un Naufrago es el resultado
de entrevistas que el autor le realizó al único sobreviviente, entre ocho
miembros de la tripulación, que cayeron al agua del destructor “Caldas” de la
marina de guerra Colombiana. Es el relato de sus experiencias durante 10 días
que permaneció en el mar dentro de una balsa sin comer ni beber.
Número 4
Resumen detallado
Opcional. Escribe un resumen de cada capítulo o sección
de la novela. En este espacio relata la vida del personaje.
CAPÍTULO I
COMO ERAN MIS COMPAÑEROS EN EL MAR
Luis Alejandro y sus compañeros llevaban ocho meses de estar en Mobile,
Alabama para reparar el destructor de la marina de guerra “Caldas”, así como
para recibir entrenamiento especial. Hacían lo que todos los marinos hacen en
tierra: iban al cine con la novia, se reunían en el Joel Paloma donde
tomaban wiski y armaban una bronca de vez en cuando.
La novia de Luis se llamaba Mary Adres, a quien apodaban María
Dirección.
Una semana antes de regresar a Colombia, Luis y sus compañeros fueron a
ver la película “El motín del Caine”. La escena de la tempestad en el barco los
impresionó a tal grado, que Luis se llenó de miedo y malos presentimientos. Él
y su mejor amigo, Ramón Herrera, decidieron un par de noches antes de regresar
a Colombia que abandonarían la marina a pesar de haber servido 12 años.
Los malos presentimientos y el miedo continuaron hasta el día en que
partieron, pero nadie se hubiera imaginado que ese, en efecto, sería su último
viaje.
Los invitados de la
muerte
El día que zarparon, Luis no pensaba en Mary Adres, su novia en Mobile,
sino en la fuerza e incertidumbre del mar. El barco cruzaría el Golfo de
México, peligrosa ruta en esas fechas. Jaime Martínez Diego ocupaba el puesto
de teniente, fue el único oficial muerto en la catástrofe. Luis Rengifo fue su
compañero de litera, era estudioso y hablaba el inglés perfectamente. Había
estudiado en Washington y estaba recién casado de una dominicana.
Cuando se fueron a dormir el mar se sentía muy alborotado. Luis Rengifo
se burló advirtiendo que cuando él se mareara el mar también lo haría y ello
desató los malos presentimientos que Luyis Alejandro había olvidado.
CAPÍTULO 2
MIS ULTIMOS MINUTOS A BORDO DEL “BARCO LOBO”
El 26 de febrero, por la mañana, ya estaban en el Golfo de México y los
temores de Luis desaparecieron. El cabo Miguel Ortega volvía el estómago todo
el día y su malestar no mejoraba por la marea. Al entrar al mar Caribe, Luis
sintió el mareo y la inquietud del Caribe. Los temores regresaron y se los
comentó a Luis Rengifo, pero éste le aseguró que el barco no sufriría ningún
accidente porque era un barco lobo. Entonces los temores se agudizaron junto
con el recuerdo constante de la película “El motín del Caine”
Empieza el baile
El 27 de febrero, a la medianoche, los tripulantes recibieron la orden
de pasarse al lado de babor para hacer contrapeso y estabilizar el demoledor.
Los malos presentimientos regresaron porque el mar estaba muy picado. A las
5:30 de la madrugada Luis hizo guardias en cubierta con sus compañeros Ramón
Herrera, Eduardo Castillo, Luis Rengifo y el Cabo Miguel Ortega. De hecho este
último no habría muerto si hubiera permanecido en su camarote por su estado
descompuesto.
Era imposible descansar con el movimiento constante del barco. A pesar
de que el día era despejado, las olas eran cada vez más altas y golpeaban
fuertemente la cubierta.
Un minuto de silencio
Luis Rengifo advirtió que el barco se estaba hundiendo. La orden para
pasarse a babor se repitió. Pasó alrededor de un minuto y todos se sujetaban en
silencio. Después dieron la orden de colocarse los salvavidas. Eran las 11:45
cuando una ola enorme los envistió y arrojó al mar. Por unos segundos no había
nada más que mar, pero el Caldas salió entre las olas chorreando como un submarino y
fue entonces cuando Luis comprendió que habían sido arrojados al mar.
CAPÍTULO 3
VIENDO AHOGARSE A CUATRO DE MIS COMPAÑEROS
El destructor se encontraba a 200 metros de su locación. Las cajas y
cosas que traían de Mobile subían revueltas a la superficie. Luis trató de
sostenerse a flote y se agarró de una caja. Por un momento, perdió la noción
del tiempo y de lo que ocurría cuando de pronto escuchó a sus compañeros en la
misma situación. Eduardo castillo, el almacenista, se agarraba del cuello de
Julio Amador Caraballo. Ramón Herrera estaba en el agua, al igual que Luis Rengifo.
Luis Alejandro nadó hacia una balsa y tras tres intentos logró subir. Intentó
remar hacia Ramón, pero la fuerte brisa estaba en su contra y Ramón desapareció
en el fondo del mar, al igual que Caraballo y Castillo. Luis Rengifo continuaba
nadando hacia la balsa y Luis Alejandro intentó remar hacia él, pero a tan sólo
tres metros, Luis Rengifo se desesperó y se hundió en el mar.
Solo en el mar
Eran las 12:00 en punto cuando Luis estaba en la balsa. Estaba
completamente solo en medio del mar y calculó que en dos o tres horas vendrían
a rescatarlo. Tenía una herida profunda en la rodilla en forma de media luna
que le ardía, pero había dejado de sangrar gracias a la sal del mar. Hizo un
inventario de sus pertenencias: su reloj que funcionaba perfectamente y lo
miraba cada dos o tres minutos; sus llaves del locker en el destructor, un
anillo de oro, una cadena de la Virgen del Carmen y tres tarjetas de almacén
que le dieron en Mobile durante un paseo de compras con Mary Adres.
CAPÍTULO 4
MI PRIMERA NOCHE SOLO EN EL CARIBE
La brisa movía con rapidez la balsa y Luis dedujo que sería hacia el
Caribe, pues el mar no arrojaría hacia la costa una balsa muy adentrada. Pensó
que alrededor de la 1:00 pm notarían su ausencia en el demoledor y enviarían
helicópteros y aviones para buscarlos. El sonido de la brisa le recordaba a
Luis Rengifo cuando le gritaba “Gordo, rema para este lado”. Las horas pasaban,
la brisa paró, el murmullo de Rengifo también pidiendo auxilio también, y
ningún avión se aproximó.
La gran noche
Luis estuvo esperando atento a que pasaran los aviones. Cayó el
atardecer y cuando oscureció, esperaba ver las luces verdes y amarillas de los
aviones en el cielo, pero sólo vio un mundo de estrellas que trató de
identificar para ubicarse mejor. Se sentó al borde de la balsa, el pero lugar
recomendado por sus instructores, pero sólo allí se sentía seguro de las
bestias y animales marinos que pasaban debajo de la balsa. Durante cada minuto
observó su reloj; lo estaba volviendo loco la espera y el tiempo pasaba
lentamente. Decidió quitárselo y aventarlo al mar, pero al cabo de un rato, no
lo hizo y siguió revisando la hora constantemente.
Luz de cada día
No había dormido nada esperando ver las luces de los aviones y
escrutando el horizonte en busca de algún barco. Al amanecer sintió la tibia
brisa, estiró su cuerpo y le dolía la piel. Recordó el demoledor, cómo a esa
hora estaría comiendo su desayuno y le dio hambre. Comenzó a reconstruir lo
sucedido, y de haber estado en su litera y no en cubierta, ahora todo estaría
bien. Pensó que todo había sido culpa de su mala suerte y sintió angustia.
Un punto negro en el
horizonte
Al mediodía recordó Cartagena y pensó que sus compañeros habrían sido
rescatados. De pronto vio un punto negro en el horizonte que se acercaba con
gran rapidez hacia la balsa. Luis se quitó la camisa para atraer su atención
CAPITULO 5
YO TUVE UN COMPAÑERO EN LA BALSA
Agitó desesperadamente su camisa pero se había equivocado, el avión no
volaba directamente hacia la balsa y desde la altura a la que iba, era imposible
verlo. Se sintió desesperado y comenzó a la tortura de la sed. Se cubrió con la
camisa húmeda la cara y se recostó boca arriba para proteger sus pulmones del
sol.
A las 12:30 escuchó un avión aproximarse y éste sí volaba a menor altura
y directo hacia la balsa. Pudo ver que el avión pertenecía a los guardacostas y
a una persona con binóculos asomado al mar. Ahora sí pensó que lo habían visto
y agitó la camisa. El avión pasó nuevamente por encima de la balsa, pero
después se fue. Seguro de haber sido visto, pensó que lo rescatarían en una
hora y que probablemente estaba cerca de Cartagena y de Panamá, así que trató
de remar hacia esa dirección. Las horas pasaron y no lo rescataron, cuando de
pronto, de un salto, cayó en el centro de la balsa y lentamente, como cazando
una presa, la aleta de un tiburón se deslizaba a lo largo de la borda.
Los tiburones llegan a
las cinco
Muchos más tiburones se acercaron a la balsa, como escoltándola, y al
atardecer se marcharon. Sabía que los tiburones serían puntuales al día
siguiente y que se marcharían al anochecer. El atardecer fue espectacular,
había peces de diferentes colores nadando en el mar transparente. Cuando veía
algún resto de pescado devorado por un tiburón, sentía que era capaz de vender
su alma con tal de obtener un solo bocado. Aquella era su segunda noche de
desesperación, hambre y sed. A pesar de no haber dormido nada la noche
anterior, sentía fuerzas para remar hacia la Osa Menor.
Un compañero en la balsa
Alrededor de las 2:00 am estaba completamente agotado por la sed y el
cansancio. Se disponía a morir cuando de pronto vio a Jaime Manjarrez sonriente
señalándole la dirección del puerto. Al principio fue un sueño, pero aún
despierto lo seguía viendo. Por fin se decidió a hablarle sin sobresaltarse,
pues sentía que había estado en la balsa con él siempre. Jaime Manjarrez le
preguntó por qué no había tomado agua ni comido suficiente. Después estuvo
silencioso un momento y volvió a señalarle dónde estaba Cartagena. Luis siguió
la dirección de su mano, pero las luces del aparente puerto no eran más que un
nuevo amanecer.
CAPÍTULO 6
UN BARCO A LA VISTA Y UNA ISLA DE CANÍBALES
Luis llevaba la cuenta de los días marcándolos con unas rayas en la
balsa, pero se confundió al colocar 28, 29 y 30 de febrero, así que dejó de
marcar los días para evitar mayores confusiones. Su cuerpo estaba lleno de
ampollas por el sol y le costaba trabajo respirar; seguía sin comer ni beber
así que decidió tomar un poco de agua de mar, que no le quitó la sed, pero lo
refrescó.
A las 5:00 en punto llegaban los tiburones, todavía indecisos por atacar
la balsa pero atraídos por su color blanco.
Barco a la vista
Jaime Manjarrez lo siguió visitando cada noche y entre tanto,
conversaban. De pronto, como a 30 km, Luis vio un barco que se movía
lentamente. Estaba agotado y había brisa en su contra que le impedía acercarse
más a pesar de sus esfuerzos por remar. Desolado en el mar, comenzó a gritar,
pero el barco desapareció. En la mañana de su quinto día, trató de desviar la
dirección de su balsa porque temía llegar a una isla habitada por caníbales, y
en ese caso el agua resultaba ser más segura que la tierra.
Al mediodía trató de incorporarse para probar sus fuerzas, pero sólo
sintió que ese era el momento que, según sus instructores, el cuerpo no se
siente, no se piensa en nada y hay que amarrarse a la balsa. Durante la guerra,
muchos cadáveres fueron encontrados atados a las balsas, descompuestos y
picoteados por las aves.
Por primera vez en cinco días, los peces golpeaban contra la balsa, tal
vez porque su cuerpo se empezaba a podrir.
De pronto aparecieron siete gaviotas, esperanza de que la tierra estuviera
cerca, a dos días aproximadamente. Una pequeña gaviota permaneció al borde de
la balsa y Luis esperó pacientemente e inmóvil a que ésta se acercara más para
apresarla y comerla.
CAPÍTULO 7
LOS DESESPERADOS RECURSOS DE UN HOMBRE HAMBRIENTO
Luis había escuchado de sus instructores que no debían matar a las
gaviotas que son las nobles señales de la salvación, pero el hambre superaba
sus principios y cuando la gaviota se acercó más, de un tirón la capturó
y le rompió el cuello, pero al verle las vísceras, sentir su sangre caliente y
la imposibilidad de desplumarla, sólo sintió repugnancia y no pudo comerla
porque sentía que comía una rana. Tampoco podía utilizar la gaviota como
carnada porque no tenía nada con qué pescar.
Tiró los restos de la gaviota y los peces se disputaron sus restos.
Aquella era su sexta noche y por primera vez salía la luna que iluminaba el mar
espectralmente. Esa noche, su compañero no lo visitó y cada vez que perdía la
esperanza el reflejo de la luz le figuraba un barco que podía rescatarlo.
Yo era un hombre muerto
El sexto día no recordaba lo que había ocurrido, pues se sentía entre la
vida y la muerte. Hizo un enorme esfuerzo para amarrarse a la balsa para no
morir devorado por los tiburones. Sus mandíbulas le dolían por falta de uso y
recordó que llevaba consigo las dos tarjetas del almacén en Mobile y optó por
mascarlas, lo cual resultó un gran alivio. De pronto, volvió a ver las siete
gaviotas y la esperanza resurgió.
El deseo por seguir mascando lo hizo masticar inútilmente sus zapatos de
caucho.
La séptima noche consiguió dormir y a veces se despertaba por el golpe
de las olas, pero pronto reconciliaba el sueño.
CAPÍTULO 8
MI LUCHA CON LOS TIBURONES POR UN PESCADO
Después de siete días de estar a la deriva, dejó de seguir luchando y
ahora veía el mar, el cielo, los peces que escoltaban la balsa, de manera
distinta, pues si había logrado sobrevivir hasta ahora, ellos se convertían en
sus compañeros. Con las manos trató de capturar unos peces, pero éstos
escapaban dejándole mordidas en los dedos. Tal vez fue su sangre, pero en un
momento se juntaron muchos tiburones alrededor de la balsa, alocados, devorando
peces. El alboroto era tal, que sin quererlo, un pez de metro y medio saltó a
la balsa. La situación era peligrosa pues si perdía el equilibrio la balsa se
podía voltear entre los tiburones o bien, la presa podía escapar.
Con el remo, golpeó al pez y la sangre de éste alocó aún más a los
tiburones, así que tomó entre sus piernas el pescado y mientras lavaba la
sangre de la balsa, los tiburones se fueron calmando. Era un pez verde metálico
con escamas fuertes que le hicieron creer que era venenoso, pero el hambre lo
hizo olvidar su suposición y tras un par de bocados, logró calmar su sed y su
hambre y recobró energía. Decidió envolver al pez en su camisa y en un descuido
al enjuagarlo, lo perdió en una batalla contra un tiburón. Estaba tan enojado
de haber perdido su única comida en muchos días, que golpeó al tiburón con el
remo, pero éste, de una mordida lo partió en dos.
CAPÍTULO 9
COMIENZA A CAMBIAR EL COLOR DEL AGUA
Ahora sólo le quedaban 2 remos útiles y sabía que si continuaba peleando
contra el tiburón, perdería la batalla. El cielo daba indicios de lluvia, así
que se quitó los zapatos para recoger agua potable. De pronto se soltó un aire
frío y una enorme ola volteó la balsa, le recordó a la ola que lo arrojó del
destructor. Por unos instantes perdió la balsa pero la recuperó y optó por
amarrarse a ella para no volverla a perder. Afortunadamente eran las 12:00 de
la noche y no habían tiburones. Otra ola grande volteó nuevamente la balsa y
esta vez, amarrado a ella, le costó trabajo aflojarse la hebilla del cinturón y
aguantar la respiración. Estaba agotado y había tragado mucha agua. Ahora la
principal preocupación era mantener la balsa estable.
El sol del amanecer
El mar permaneció picado hasta el amanecer y no cayó la lluvia esperada.
Luis volvió a tomar agua del mar, la cual ahora le hacía bien.
Una gaviota negra y vieja sobrevoló encima de su balsa, entonces
comprendió que sí estaba cerca de tierra y no eran gaviotas extraviadas las que
había visto en repetidas ocasiones. El mar se tornó verdoso oscuro y pensó que
debía permanecer la noche en vela para observar las luces de la costa. Mientras
escrutaba el horizonte, pensó en Mary Adres. Era su octavo día y ese mismo día
Mary Adres asistía a una misa por el descanso de su alma. Quizá fueron las
gaviotas y la misa lo que lograron darle un poco de paz y esperanza.
CAPÍTULO 10
PERDIDAS LAS ESPERANZAS, HASTA LA MUERTE
La vieja gaviota se postró sobre la balsa desde las 9:00 pm y le hizo
compañía toda la noche. Ésta le picoteaba la cabeza, pero no lo lastimaba, era
como si lo estuvieran acariciando. Esta vez, ya no tenía deseos de comérsela
pese al hambre.
Llegó el amanecer de su noveno día y aún no llegaba a tierra. Su cuerpo
estaba lleno de yagas ocasionadas por el sol y el mar, la barba le había
crecido hasta el cuello y su aspecto era deplorable. Entonces recordó todo el
sufrimiento por el que había pasado los últimos días y se sintió desesperado.
Decidió voltearse de espaldas al sol para exponer sus pulmones al sol y morir
de asfixia. Ya no sentía nada, ni hambre, ni sed, ni dolor, sólo le vinieron
recuerdos gratos de cuando iba a la tienda de ropa para marineros del judío
Massey Nasser para ver las bailarinas tipo árabes con el vientre descubierto y
tomar unos tragos. Un salto en la balsa lo hizo despertar de sus recuerdos y ya
estaba atardeciendo. De pronto, una enorme tortuga de cuatro metros asomó su
rostro terrorífico. Luis nunca supo si esto fue alucinación o realidad, pero el
miedo que resurgió en él, lo hicieron reaccionar para luchar por su vida, pese
a que en la mañana había elegido no seguir viviendo más.
La raíz misteriosa
Durante sus nueve días en el mar no había visto ni una brizna de hierba
en la superficie, pero sin darse cuenta encontró una raíz enredada a los cabos
de la malla, como otro anuncio de que tierra estaba cerca. Se comió la raíz
entera a pesar de su sabor a sangre, pero ésta no lo reconfortó nada. En su
noveno día en el mar, pensó que nada mejor podía ocurrir que morir. Entonces
tomó la medalla de la virgen del Carmen, comenzó a rezar y se sintió bien
porque sabía que iba a morir.
CAPÍTULO 11
AL DÉCIMO DÍA, OTRA ALUCINACIÓN: LA TIERRA
Durante toda la noche, la más larga de todas, tuvo alucinaciones en las
cuales recorría una y otra vez los sucesos desde que cayó del barco. Su buena
suerte impidió que cayera al mar en el estado que se encontraba. No podía
distinguir cuánto tiempo había pasado desde que estaba en el mar. La herida
punzante en su rodilla y una fuerte fiebre lo hicieron recobrar conciencia de
su cuerpo. Al amanecer, le pareció ver los perfiles de unas palmeras. Creyó que
era otra alucinación pero poco a poco se distinguía la tierra y las palmas. Se
encontraba a 2 km. de Punta Caribana, pero ya no tenía remos para luchar contra
la corriente, los había perdido cuando la balsa se volteó. Decidió nadar hasta
la orilla, a pesar de su mal estado y su debilidad como último recurso para
salvarse. Mientras nadaba, la Virgen del Carmen se desprendió de su cuerpo,
pero alcanzó a recuperarla y la colocó entre sus dientes. De pronto, dejó de
ver la tierra, pero ya había avanzado mucho para regresar a la balsa.
CAPÍTULO 12
UNA RESURRECCIÓN EN TIERRA EXTRAÑA
Sólo después de 15 minutos, volvió a ver la tierra. Su condición de
nadador le ayudaron a llegar a la orilla a pesar del agotamiento, la herida en
la rodilla, las heridas en sus dedos y su debilidad. Al llegar a la playa,
permaneció 10 minutos inmóvil sobre la arena recobrando fuerzas. Vio un coco
que le recordó su sed y trató de abrirlo con las llaves, pero no pudo
perforarlo y lo aventó con enojo. Después escuchó un perro ladrar y su entorno
le indicó que estaba en un lugar poblado. De pronto una mujer negra caminaba
con una olla de aluminio en la playa y Luis, pensando que estaba en Jamaica, le
pidió ayuda en inglés. La mujer se fue corriendo aterrada al verlo. En realidad
había llegado al lugar que menos se esperaba, a Colombia.
Después de un rato, escuchó el perro ladrar nuevamente y un hombre
blanco con dos burros se acercó a ayudarle. Luis trató de explicarle
quién era, pero el hombre parecía desconocer la tragedia y le aseguró que iría
al pueblo y volvería por él.
CAPÍTULO 13
600 HOMBRES ME CONDUCEN A SAN JUAN
Después de 15 minutos, el hombre regresó con la joven negra que llevaba
la olla de aluminio. Subieron a Luis en un burro y llegaron a una casa donde lo
recostaron. Las mujeres en la casa estuvieron alimentándolo a base de cucharadas
de agua con azúcar y canela, pues sabían que alimentarlo sin el visto bueno de
un doctor, podía ser fatal.
Poco a poco se fue recuperando y Luis sentía inmensos deseos de contar
su aventura, pero en ese poblado desconocían la historia porque no llegaban los
periódicos, pero al darle aviso al comisario de Mulatos, una multitud de
curiosos y hombres de la comisaría fueron a verlo para escoltarlo hasta
Mulatos, el poblado más cercano a la civilización.
Luis se sintió como un Fakir, que había visto en años anteriores, cuando
la gente hacía fila para verlo. Mujeres, niños y hombres dejaron Mulatos vacío
para escoltarlo hasta algún lugar que Luis todavía desconocía.
CAPÍTULO 14
MI HEROÍSMO CONSISTIÓ EN NO DEJARME MORIR
Durante su estancia en el hospital militar, Luis tenía un guardia que lo
cuidaba día y noche de que nadie se le acercara, especialmente los reporteros.
En uno de sus últimos días en el hospital fue a visitarlo un reportero
disfrazado de doctor psiquiatra, quien logró burlar las autoridades. El
reportero le pidió a Luis que dibujara un buque y una casa e intentó realizar
varias preguntas, pero el guardia se lo prohibió porque sospechaba de su falsa
identidad. Al día siguiente se armó en grande en el periódico “El tiempo” con
los dibujos de Luis y sus declaraciones. Le dijeron que podía demandarlos, pero
le apreció simpático que alguien se disfrazara para entrevistarlo.
Luis se había convertido en héroe nacional por la hazaña de haber
sobrevivido 10 días sin comer ni beber en medio del mar. Descubrió que su
hazaña se había convertido en un negocio, pues le ofrecían dinero para contar
su historia en la radio y en la TV así como para anunciar relojes y otros
artículos. Era tan famoso que recibió cartas de Pereira con un extenso poema.
Algunas veces creen que su historia es una fantasía o invención, pero
sino qué pudo hacer Luis Alejandro Velasco durante diez días en el mar.
Número 5
Esquema de personajes y sus relaciones
Haz un esquema de los personajes principales y
secundarios de la novela, dibujando líneas que muestren las relaciones entre
ellos.
PERSONAJE PRINCIPAL
Luis Alejandro Velasco:
Luis Rengifo:
Resto de la tripulación:
El resto de los compañeros y amigos del
náufrago, no se les menciona mucho.
Mary Address:
La novia estadounidense del náufrago, se
conocieron 8 meses antes de la tragedia.
Número 6
Componentes de la novela
Escribe un texto que señale el tipo de narrador, el conflicto principal
y las partes de la novela. Incluye además una descripción física y psicológica
de los personajes y una descripción del ambiente en que se desarrolla la historia.
En la cuestión de mi libro, se
puede decir que tiene narrador y aparte la memoria del único naufrago sobreviviente
si no es más todo una narración, este caso el nudo principal es la tragedia que
sucedió en el barco lobo. En la cual cuenta sus acontecimientos de su
supervivencia.
Así mismo se hace ver que la obra la escribió un autor mexicano.
Número 7
Comentario
Escribe tu opinión sobre la novela que estás analizando.
Es un libro que nos dice lo que somos dichosos de no sufrir una tragedia
así. El libro me
gustó. Lo más impactante es que parece un libro de realismo mágico parece increíble
que la historia sea cierta.
Recomendaría esta novela a cualquier tipo de lector, ya que
no es de difícil lectura, y el libro no por ello es simple.
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